El análisis de las listas presentadas por los partidos políticos para las elecciones generales de 2026 revela que en al menos 17 organizaciones el puesto más visible de la futura lista al Senado nacional el número 1, está reservado para figuras de liderazgo, precandidatos presidenciales o “vacantes designadas”. Esta tendencia evidencia una estrategia de los partidos para consolidar liderazgo, mantener visibilidad institucional y asegurar influencia legislativa aún en escenarios de derrota presidencial. Este artículo examina la estructura de la estrategia, su relación con el retorno de la bicameralidad, sus implicancias para los partidos, el sistema electoral y la representación legislativa, así como los riesgos para la renovación democrática.
Introducción
La restitución del Senado como parte del Congreso bicameral en las elecciones generales del 12 de abril de 2026 redefine el mapa político peruano. En ese contexto, la posición número 1 de la lista al Senado nacional adquiere un valor simbólico y estratégico singular: desde visibilidad electoral hasta liderazgo partidario. Un reciente informe de RPP Data y El Poder en tus Manos indica que “en al menos 17 agrupaciones políticas el encabezado de la lista nacional es ocupado por la figura más representativa, influyente o histórica de la organización”, lo cual contradice la lógica de renovación y prioriza la retención de poder. Este artículo pretende explorar las causas, efectos y consecuencias de dicha estrategia.
Marco teórico y contexto normativo
Bicameralidad y su retorno
El retorno de la bicameralidad en el Perú supone la existencia de un Senado nacional y una Cámara de Diputados, situación que modifica la lógica de representación legislativa, incentivos partidarios y estrategias electorales. En este diseño, el Senado se presenta como una cámara de mayor visibilidad nacional, con escaños disputados por líderes partidarios.
Listas electorales y posición de privilegio
En sistemas proporcionales y de listas cerradas, la colocación en el “número 1” de una lista es generalmente un mecanismo de visibilidad, liderazgo, aval interno y prioridad de voto. En el caso peruano para 2026, dicha posición se está convirtiendo en espacio de garantía para precandidatos presidenciales, lo cual transforma la lista legislativa en un “plan B” institucional de los partidos.
Análisis del caso: estrategia en 17 partidos
El informe de RPP Data/El Poder en tus Manos identifica que en 17 de los partidos listados:
- La posición número 1 de la lista al Senado nacional está ocupada por una figura de liderazgo interno (ej. fundador, expresidente partidario) o precandidato presidencial.
- Algunos partidos han dejado el primer puesto como “designado” sin nombre, lo que permite reservar el espacio para quien posteriormente sea elegido como candidato presidencial o como figura pública.
- La práctica evidencia que los partidos no están usando la lista al Senado para renovación de cuadros, sino como “plaza de poder” para dirigentes ya posicionados.
Motivos estratégicos
- Si el precandidato presidencial no obtiene la presidencia, al menos asegura un escaño en el Senado, lo que le garantiza protagonismo institucional y poder legislativo.
- Refuerza la cohesión interna del partido al vincular la carrera legislativa y la presidencial.
- Compensa la alta volatilidad electoral: asegurar el liderazgo del partido, aun en derrota permite continuidad operativa.
- Da valor simbólico al retorno del Senado como cámara de elite política.
Implicancias para los partidos, el sistema electoral y la representación
Para los partidos
- Refuerza la personalización del poder partidario: la figura del líder se traslada a la lista legislativa, dificultando la renovación interna.
- Puede generar tensiones internas, pues cuadros emergentes quedan relegados detrás de la figura del “número 1”.
- Eleva la dependencia del partido respecto de su líder principal.
Para el sistema electoral
- La mezcla de candidaturas presidenciales y listas legislativas pone en cuestión la función de estas últimas como espacios de representación colectiva y renovación democrática.
- Potencialmente, incrementa la fragmentación partidaria, pues los partidos compiten por figuras más que por plataformas políticas.
- La posición número 1 al Senado adquiere una primacía que puede “vaciar” la lógica de lista plena y plural.
Para la representación parlamentaria
- Asegurar el escaño del precandidato presidencial puede fortalecer la voz de ese dirigente en la cámara alta, pero también puede debilitar la diversidad de representaciones legislativas.
- Puede incrementarse la funcionalidad del Senado como soporte institucional del liderazgo presidencial o aspirante, más que como órgano de deliberación autónoma.
- Riesgo de que la cámara alta se vuelva un “respaldo” al partido y no un espacio de control equilibrado.
Críticas y riesgos
- Déficit de renovación democrática: Priorizar líderes ya establecidos significa menor espacio para nuevos liderazgos y diversidad.
- Instrumentalización del Senado: Transformar la lista al Senado en un “plan B” puede debilitar la legitimidad de la cámara y su función constitucional.
- Desconexión del elector: Si el primer puesto está reservado o figura sin nombre (“designado”), la transparencia del proceso interno se afecta, reduciendo participación ciudadana y control interno del partido.
- Concentración del poder: El líder que obtiene escaño puede reforzar su hegemonía en el partido y limitar equilibrios internos.
Conclusión
La estrategia de reservar el puesto número 1 de la lista al Senado nacional para precandidatos presidenciales o figuras de poder en 17 partidos políticos en el Perú constituye un fenómeno clave del ciclo electoral 2026. Esta práctica responde a incentivos estratégicos asegurar protagonismo legislativo, cohesionar liderazgo interno, dar valor simbólico al retorno del Senado, pero también plantea serios retos en términos de renovación partidaria, representación democrática y equilibrio institucional. Más allá de su lógica electoral, este mecanismo ilustra cómo la configuración de las listas legislativas puede mutar de espacio de representación colectiva a instrumento de liderazgo personal.
Para el sistema político peruano, la pregunta que queda es: ¿este patrón permitirá fortalecer el nuevo Senado como órgano autónomo de deliberación o lo convertirá en trampolín para dirigentes que ya cuentan con visibilidad presidencial? La respuesta dependerá del comportamiento electoral, del papel del Senado una vez instalado y del control ciudadano sobre la calidad de la representación.
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